jueves, noviembre 20, 2008

Tradeck y el Príncipe


Recorría yo una larga travesía por el desierto, mi cantimplora medio llena y mis lápices me acompañaban, era un lugar extenso, un mar de arena con ballenas saltando de un sitio a otro. Veía yo un barco velero sobre los cielos y allá, a lo lejos, entre el horizonte, un pequeño haz de luz.

Excitado de mi viaje, sentí deseos de aventurarme hasta la línea divisora del cielo y la tierra, a atrapar al haz de luz. En mi camino observaba con mesura al tranquilo paisaje, era armonioso, las olas amarillentas sacudían polvo tenue y una ligera brisa de océano llegaba desde el lejano este. Caminaba cada vez más a prisa, puesto a que el día no sería presto conmigo para ir a paso lento; el vivaz y ardiente sol hacía que tomara por pequeños sorbos la valiosa agua de mi reserva.

Conforme avanzaba sobre las líneas de blanca arena, encontraba más cercano mi destino.

-¿A caso será una perla?- me preguntaba.

El corto camino hizo entusiasmarme más y más, tuve deseos de sentir la vida del agua sobre mis sienes, tomé la cantimplora y me di cuenta de que mi tesoro se había agotado.

Sentí coraje y desilusión por que cuando mi cuerpo no me respondiera a causa de sed, me quedaría allí, varado, a la mitad del desierto y de mi destino.

Los sentimientos y la fatiga y el reclamo de sed al seguir recorriendo hicieron que me doblegara fácilmente, y una vez hincado sobre el suelo, me desplomo hacia el, el suelo ardía pero fue suave a mi caída, poco a poco comencé a dormirme.

Unas gotas de agua sobre mis secos labios hicieron que recobrara la memoria, junto a mi, un sujeto de ropajes blancos con una pequeña esfera de oro en su gorro árabe.

-¿Quién eres?- le pregunté.

-Soy el Príncipe Maktub, observé que desde muy lejos venías hacia mí y desfalleciste por tu cansancio, vine a auxiliarte.

¿A caso seguí en realidad al resplandor de su gorro? ¿Por qué llegué hacia el?

-Era tiempo de que sucediera esto- me respondió.

Me reincorporé para mirarlo detalladamente, su aspecto me inspiraba confianza y su mirada era muy comprensiva, llena de vida, que inclusive transmitía hacia mí.

El Príncipe Maktub era poseedor de una inmensa sabiduría, me sentí alagado por conocerlo.

Charlamos un rato sobre las dunas, ambos contemplábamos la puesta de sol, justo en el ángelus.

-Llegó el ángelus, y con ello nuestra cita- mencionó

En verdad, este instante es hermoso y qué mejor si lo comparto con mi nuevo amigo.

-Dime, ¿quién eres?, cuéntame de tu vida.

-Está bien:-Yo soy Tradeck.

-Provengo de la luna anillada, en donde los amaneceres tienen los mismos colores que un atardecer, y a su vez, los atardeceres parecen amaneceres. Vivo en una pirámide. Soy dueño de Blotero, mi mascota.

- Soy un artista, me gusta plasmar el momento presente, darle color con las pinturas de la inocencia y a su vez las retoco con delineadores de sabiduría. Amo la música y la escritura, puesto a que forman parte de mí desde que nací.

- Estoy en busca de mi propia esencia, cada vez encuentro más pistas y ellas me guían.

- Soy alguien en busca de la espontaneidad y a la vez preservación de la eternidad, busco los sitios de mis sueños.

-Soy alguien a quien en esta época atraviesa por más pruebas que antes, estoy en un proceso de cambio.

La noche era hermosa y pura en estrellas, era agradable contemplarla junto al príncipe, al elegido.

Príncipe, de ahora en adelante quiero que recorras conmigo a todo el mundo, aún falta mucho por descubrir, por descubrirme, por conocerte...

En la INFINIDAD de la vida donde me encuentro, TODO es Perfecto, Pleno y Completo
///// GRACIAS POR DEDICARME ESTE ESCRITO.