martes, agosto 12, 2008

Meta

Desconozco cuanto tiempo hace que dejé de razonar con la cabeza y empecé a hacerlo con el corazón. Desconozco cuando me volví tan frágil y ñoño como el cartón mojado bajo una tormenta de verano

Este corazón se va llenando de cicatrices con el paso del tiempo, las cuales van trazando un camino que voy recorriendo con mi triciclo rojo, aquel que una Navidad me trajo papá Noe en su trineo y que hoy me sirve para poder llegar a la meta. La meta no sé muy bien dónde esta, ni quién me espera tras ella... solo sé que quiero llegar. Y quiero alcanzarla acompañado de la misma gente. Me pareció la mayor aventura del mundo subirme encima y pedalear con todas mis fuerzas. Dicen que sin tetas no hay paraíso, pero en realidad es sin ganas, sin fuerzas, sin lucha por lo que uno quiere no tan solo no hay paraíso, sino más bien NO HAY NADA.

Y aunque a veces quiere volver el miedo a fracasar, ese que a veces no me dejaba caminar, que no me dejaba avanzar y que hoy intenta robarme mi tranquilidad. Pero a pesar de ese miedo que acecha, me he liberado hace tiempo de él y desde entonces decidí poner el contador del miedo en ceros, y con ello vivir más intensamente que nunca, renunciando al egoísmo, a la duda, manteniendo mi nivel de bienestar al máximo.

Ahora me puedo dar el lujo de pensar en unipersonal, en mí. Pero también en plural, en nosotros.

1 comentario:

Alejandra dijo...

ñoño??
corazón??
nosotros??


A mi se me hace q hay algo que no me has contado iuuuuuuuuuuuuuuu =)

Y con respecto a lo otro, el miedo siempre va a existir, lo importante es no bajar los ojos y mirarlo directamente enfrentandolo, superandolo y si quieres humillandolo, para que aprenda quien es el protagonista de nuestras vidas.

Besito