Últimamente ha llovido por Durango, ha llovido fuerte y ha habido momentos en los que me hace recordar mi infancia. Aquella donde la lluvia era una forma de divertirse con los amigos. Había momentos en los que llovía con Sol, casi nunca sucede, pero cuando sucede es una bella experiencia y muy relajante.
Ahora, no puedo evitar… Una sonrisa se dibuja en mi rostro cada vez que se escucha la suave melodía de las gotas al golpear los cristales de la ventana… y empiezo a recordar.
Tiene un sentimiento especial…
Cuando salía de paseo y las nubes comenzaban a jugar… invitándome a danzar y a girar… Y una vez que empezaba ya no podía detenerte, no podía dejar de levantar las manos y comenzar a girar y girar…
Caminaba… Corría… Cantaba… Gritaba… Bailaba…
Recuerdo aquella canción de mis antepasados, que todos los niños cantábamos al compás de la lluvia, algo así:
Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva,
los Pajarillos cantan, la luna se levanta...
La cantaba una y otra vez, girando entre las gotas que caían una tras otra, directo a mi rostro… El cabello se mojaba al igual que la ropa pero nada te quitaba la ilusión de jugar a ser lluvia… A que el tiempo se detenga en un instante de locura…
Que bonito recuerdo, ya me vi otra vez.
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