Manos

Dicen que todos tenemos marcado en las manos el destino, dicen que todos tenemos en las manos el dolor del pasado y las ganas de ser cada vez más fuertes a pesar del paso del tiempo que jamás nos deja indiferentes, mientras vamos envejeciendo con indiferencia a lo que va sucediendo bajo nuestros pies.

En nuestras manos hemos tenido los balones de niños, los regalos de navidades pasadas. Entre nuestras manos hemos tenido otras manos que nos han dado valor. Con nuestras manos hemos rozado mil sueños y desperdiciado mil caricias por no encontrar a quienes igual que nosotros buscan con sus manos entre los huecos del colchón desgastado de tantas noches en vela. Con nuetsras manos hemos encendido cientos de velas, por si nos vemos perdidos en días tristes y tan oscuros como una muela picada.

Dicen que todos tenemos un alma gemela, un angelito que nos cuida, un fantasma que nos ronda, un horizonte al que llegar, un ser que a pesar de estar muerto nos hace compañía, una estrella, una frontera, un pozo negro, una linterna, alguien muy especial que nos espera toda una vida.

Todos tenemos deudas, que con nuestras manos podemos pagar poco a poco. Todos tapamos nuestros ojos cuando sentimos miedo, nuestros oídos cuando nos cansamos de escuchar el ruido.

Dicen que la felicidad la hemos tenido mil veces entre nuestras manos y que la hemos dejado escapar mil veces, por ser tan idiotas que a pesar de conocerla, la hemos pisoteado y no la hemos cuidado. Hemos tenido la esperanza atada a nuestras muñecas. Y continuamos buscando, en dónde quiera que este, ese motivo que nos haga seguir luchando, con nuestras manos abiertas.

Dicen que en nuestras manos hemos visto morir y nacer todos los sentimientos que somos capaces de sentir bajo la piel.

Dicen que no son nuestros pies los que andan, sino son nuestras manos las que andan por líneas nacidas de los confines equivocados de la tierra. Son mis manos, tan tuyas como mías las que siguen buscando el lugar donde vivir con el consuelo de ser solo importante para mi.

Dicen que cuando tratas de mentir, son tus manos temblorosas las que te delatan, tan verdaderas como dos ojos que miran a la pared.

Seguiré moviendo mis manos, a favor del viento. Seguiré tratando de no cerrar jamás mis manos y de que jamás se vuelvan puños(Me acorde de Ale, la manos de bola), con los que no pueda darte la mano la próxima vez que te vea.